El final de los círculos. Y 3. La fusión de las pobrezas.

En 2012 España estaba asumiendo las verdaderas proporciones de la crisis. Nos parece que se trata de un tiempo próximo al de los celtíberos, pero fue antes de ayer y, condiciona nuestro presente.

Eran tiempos del 26,02% de paro, de la eclosión de los desahaucios, de la crisis de las batas blancas y de salvar in-extremis el famoso rescate europeo.

Tiempos para los indignados, que llegaron a rodear el Congreso; y dos huelgas generales por la situación económica y la reforma laboral del entonces presidente Mariano Rajoy.

Tiempos para las promesas independentistas que comenzaron en aquél septiembre tras las autonómicas y que ya sabes a dónde nos acabaron conduciendo.

Fíjate si hace tiempo que seguían siendo los tiempos gloriosos de la Roja, del 4-0 a Italia y de nuestros aíres de grandeza.

Nos parecen tiempos lejanos porque, en cierto modo, lo son; pero ya sabes que el tiempo tiene sus paradojas y que lo que parece remoto sigue en el trasfondo de las noticias de esta jornada.

Las cosas han cambiado mucho desde entonces. La crisis pasó y, tras no pocos esfuerzos, llegó la recuperación económica. Y ahora nos felicitamos, con motivo, porque el paro haya descendido al 14%. Porque nuestro Tres Cantos haya regresado al pleno empleo y a la prosperidad de ser la cuarta economía de la Comunidad de Madrid.

Pero el tiempo, paradójico, evidencia que la misma distancia temporal se traduce en vivencias radicalmente distintas.

Aquí, en Linares, han detenido el tiempo. Los mayores del lugar afirman que fue, definitivamente en 2011, con el cierre de la Santana; pero que se había comenzado su freno en las décadas previas de los sesenta con el cierre de las minas.

El tiempo detenido desprecia los ciclos. Aquí la crisis fue más crisis y la recuperación fue menos recuperación. Linares se ha abonado a los primeros puestos. Ocupa el segundo en población de la provincia... El resto, siendo de la parte alta del ranking, no son motivo de tanto orgullo.

Los últimos datos del INE la sitúan en un 32,8 % de paro, encabezando la lista de peores datos de toda Andalucía. Desde 2011 han perdido más de 5000 habitantes, casi un 10% de la población, en los que se cuentan los mejores talentos jóvenes que tuvieron que marchar en busca de otras oportunidades.

Y un reciente informe del BBVA  “Las Áreas Urbanas Funcionales de España: Economía y calidad de vida”, señala a Linares, junto a Jaen capital, como dos de los peores espacios urbanos para poder vivir.

El dictamen de las causas es complejo y multifactorial y excede las pretensiones de este relato. 

Fundamentalmente porque detrás de las cifras hay rostros y nombres. Y estos son los que me conmueven.

En 2012 conocimos esta ciudad. De aquellos pioneros tricantinos, en general, a todos les ha ido bien o muy bien. Por méritos propios, y también por la inercia que genera nuestra ciudad. Los tenemos casados, trabajando o terminando sus estudios... Curiosamente, ninguno en paro. Y, hasta donde yo soy capaz de conocer, con una situación económica desahogada.

En el Campo de Trabajo de Linares de 2019 estamos trabajando con Pupu, nacido para ser lo único bonito de un 2011 tan difícil en Linares con el final de los santaneros. Con Lola, que nació mientras nosotros empezábamos a rebelarnos por la miseria aquí acumulada. Pero está Lucía, y Ramses, y Antonio... Todos ellos nacidos mientras acumulábamos Linares como muescas en la pistola.

El tiempo en Tres Cantos, corre que es una barbaridad. En sus caprichosas paradojas, aquí, en Linares, decidió tomarse un descanso.

Linares ha transformado a un barrio de Tres Cantos. Pero tenemos que aceptar que Tres Cantos, salvo por la construcción del comedor social, que no es poca aportación; no ha podido transformar esta ciudad.

El tiempo establece un nuevo círculo que se cierra en los niños que no habían nacido cuando nosotros llegamos. Y me envuelve en una amarga sensación de impotencia, de rabia acumulada y de la convicción de que hay que ser más creativo e incisivo en la lucha contra la pobreza.


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